jueves, 20 de febrero de 2014

Timócratas Desde Platón al 2014


Por Benjamín Arias Acosta

En algún momento al escribir un concepto que condensa una situación contemporánea me preguntaron por el significado, porque suena muy raro y tal vez poco conocido.
Bien, en aras del ejercicio de investigación bibliográfica aquí les hacemos entrega del siguiente resumen básico de: Timocracia.

Un poco denso me dirán pero... vale la pena leerlo. Y recuerda que cualquier parecido con Quintana Roo y sus municipios son pura conspiranoia.

En el Libro VIII de la República, Platón comienza a analizar la PRIMERA de las formas de Gobierno injustas: LA TIMOCRACIA.
Palabra tan interesante como actual, así como el argentino José Steinsleger Escritor y periodista argentino. Columnista de La Jornada de México. Nos explica en un enfrentamiento de tiempos y realidades contemporáneas.

Platón, Timocracria: Características Generales
Representa el término medio entre la aristocracia (régimen ideal) y la oligarquía (régimen que surge de la degeneración de la misma timocracia).
El que la timocracia sea término medio entre aristocracia y oligarquía significa que en ella están presentes elementos aristocráticos, la importancia de la gimnasia en la educación, el régimen de los guerreros y los elementos oligárquicos (como la codicia, las riquezas, los vicios escondidos, étc.)
Pues bien, la mezcla de estas dos clases de valores son quienes dan lugar al gobierno de tipo timocrático.
Cuando Platón describe este régimen tiene en mente al degenerado gobierno de Esparta muy alejado ya (en tiempos de Platón) de lo que consideraba como el régimen aristocrático ideal.
Características Psicológicas del individuo Timocrático  
Para explicar la evolución de tal individuo Platón nos describe la EDUCACIÓN de un joven espartano de su tiempo.
Tal joven es:
Hijo de un padre excelente (Aristoi) pero que vive ya en un Estado enfermo (Timocrático).
Tal padre aún conserva los ideales de la raza de oro y se mantiene alejado de los honores, los cargos y las prebendas.
Hijo de una madre ambiciosa que critica constantemente la poca ambición del padre e inculca en el hijo la idea de que su padre es poco viril.
En este ambiente educativo y familiar, el alma del joven navega de aquí para allá: su padre fortalece su parte racional, mientras que las otras gentes estimulan su parte ambiciosa, así como su irascibilidad y sus deseos.
De este modo, llega un momento en que el joven reniega de los ideales del padre y se entrega abiertamente a la conquista de honores convirtiéndose en un hombre ambicioso aunque honrado y entregado a servir a los ideales de la Polis.
Estaríamos, por tanto, ante la representación individual de un individuo timocrático fiel reflejo, por otro lado, de una ciudad timocrática.
Se observa por el respeto de los gobernantes y la aversión de la clase defensora de la ciudad hacia la agricultura, oficios manuales y negocios y en la organización de comidas colectivas y la práctica de la gimnástica y los ejercicios militares.
Y en lo de no atreverse a llevar sabios a las magistraturas por no poseer ya personas de esa clase que sean sencillas y firmes, sino más mezcladas en su carácter, e inclinarse hacia otros seres fogosos y más simples, más aptos para la guerra que para la paz, y tener en gran aprecio los engaños y ardides propios de aquélla y hallarse durante todo el tiempo en pie de guerra.
Codiciadores de riquezas –dijo Sócrates- serán, pues, los tales, como los de las oligarquías, y adoradores feroces y clandestinos del oro y la plata, pues tendrán almacenes y tesoros privados en que mantengan ocultas las riquezas que hayan depositado en ellos y también viviendas muradas, verdaderos nidos particulares en que derrocharán mucho dinero gastándolo para las mujeres o para quien a ellos se les antoje.
Serán también ahorradores de su dinero, como quien lo venera y no lo posee abiertamente, y amigos de gastar lo ajeno para satisfacer sus pasiones; y se proporcionarán los placeres a hurtadillas, ocultándose de la ley como los niños de sus padres, y eso por haber sido educados no con la persuasión, sino con la fuerza, y por haber desatendido a la verdadera Musa, la que va unida al discurso y a la filosofía, honrando en más alto grado a la gimnástica que a la música.
Pero hay en él un solo rasgo sumamente distintivo y debido a la preponderancia del elemento fogoso: la ambición y el ansia de honores.
Tales serán, pues –Continúa el filósofo griego- el origen y carácter de este sistema político, del que con mis palabras he trazado un simple esbozo no completo en sus pormenores, porque basta este esbozo para darnos a conocer al hombre más justo y al más injusto y sería una tarea de inacabable duración la de recorrer, sin dejarse ni uno solo, todos los sistemas y todos los caracteres.
Debe ser más obstinado –Asegura Platón- y un poco más ajeno a las Musas, aunque sea amigo de ellas; y aficionado a escuchar, pero en modo alguno a hablar. Y será el tal duro para los esclavos, en vez de despreciarlos como quienes están suficientemente educados; pero amable con los hombres libres.
Muy obediente para con los gobernantes, y amigo de los cargos y honras, aunque no base su aspiración al mando en su elocuencia ni en nada semejante, sino en sus hazañas guerreras y relacionadas con la guerra; y amante, en fin, de la gimnasia y la caza.

Los Timócratas de América Latina

Los sabios de la economía moderna aseguran que la economía libre, que nunca existía, es natural a la condición humana. La historia ha terminado.
De aquí en más, la única utopía posible es liberalización total de la economía. Pero en sociedades donde hay muchos excluidos y pocos incluidos, el crimen también es natural a la condición humana.
Entonces, felices y desesperados coinciden en destruir la realidad que no pueden cambiar a su imagen y semejanza.
Las consecuencias están a la vista: la amoral demolición de la responsabilidad y la solidaridad que lleva a los pobres luchar contra los pobres y a los ricos a luchar contra los ricos, enemigos de todos los pobres.
Como aún no hay hígado para exterminarlos los pobres son medidos, estudiados, calificados y controlados. Ninguna instancia pública o privada hace lo mismo con los ricos. Y ¿El Estado? ¿Cuál Estado? En el siglo XIX, la revolución industrial engendró el Estado-nación y formas políticas que acotaban el poder de la aristocracia criolla, que invocaba linaje y descendencia.
Con el tiempo, tales formas resultaron frágiles porque detrás del trono la plutocracia, o poder de los más ricos, vigilaba el orden republicano.
Y en las últimas décadas, al calor de la especulación financiera y la manipulación arbitraria de las finanzas públicas y privadas, los Estados fueron rápidamente tomados por una casta de jóvenes timócratas que, en un abrir y cerrar de ojos, acumularon fortunas inimaginables para aristócratas y plutócratas.
La timocracia, producto de las formidables innovaciones en el campo de las telecomunicaciones y la informática, concebía formas de gobierno ya no ``de'' sino ``para'' los nuevos ricos.
Se presentaron en sociedad diciendo que con la privatización de las empresas públicas los países iban a salir de aquellas crisis cíclicas que hoy, ante la crisis crónica, se nos hacen tan benévolas.
Y con el pretexto de una causa legítima, la creación de ``mercados competitivos'', impusieron la subasta del patrimonio nacional. Hasta ahí llegaron.
El mercado competitivo, que en los países pobres es factible si hay salud, educación y capacitación, no aparecía y las privatizaciones fueron simple reparto de prebendas.
Práctica idéntica a la que en tiempos del feudalismo hacían los reyes con los nobles, otorgándoles derecho a cobrar peaje a quienes atravesaban sus tierras.
Siguiendo a Platón, los timócratas califican al ciudadano según el monto de sus riquezas y no según su origen social. Su especialidad de grado y posgrado (que más allá de lo económico ya compromete a las ciencias políticas, sociales, a la educación y a la cultura en general) consiste en engañar con promesas y esperanzas, cosa ``científicamente'' pensada y programada en centros académicos que de la realidad ignoran todo.
En América Latina, los escándalos de la timocracia salpican a destacados ejecutivos y gobernantes. Los timócratas, que irrumpieron en el escenario político como ``guardianes del ahorro popular'', hoy son vistos como delincuentes del fuero común.
Semana a semana, presidentes, gobernadores, legisladores, políticos y altos ejecutivos de la finanzas públicas y privadas son llamados por los tribunales latinoamericanos.
La nómina de los buscados por la policía es cada vez más amplia y la gente tiene dificultades para distinguir a los sabios ``buenos'' de los sabios ``malos''. Su bolsillo, su impotencia, su hambre, es juez.
¿Quiénes son los timócratas? A diferencia de las élites dominantes de Africa o Asia se trata de personajes profundamente acomplejados frente a las sociedades de Estados Unidos y Europa. Suelen pertenecer a las élites latinoamericanas y al revés de aquéllas padecen de alienaciones invencibles.
Niegan sus raíces nacionales, se regodean en defender una globalización en la que apenas son mensajeros, lamentan no ser franceses, ingleses o norteamericanos.
Los timócratas piensan que contribuyen al mejoramiento de la agobiante realidad cuando en rigor sólo les preocupa el lucro limitado que les permite aplicar formas legalizadas del crimen social. Predicadores de profesión, su mentira es el ``futuro'' y sus víctimas no son los ingenuos pasajeros de un taxi sino los empresarios honestos y los cándidos pequeños inversionistas de la bolsa. Pero las reglas del juego son similares.
El peatón o el pasajero del transporte público piensa que anda por la calle amparado por leyes de seguridad pública. El inversionista de la bolsa, el pequeño empresario y el productor agrícola cree lo mismo.
Ni los unos ni los otros son culpables de la adversidad. Pero los timócratas aseguran lo contrario, que todos son culpables porque en contextos de economía libre los actos de libertad individual son de exclusiva responsabilidad individual.
Lo de menos es que haya reglas del juego, como en Estados Unidos y Europa, para regular la inmensa complejidad del enjambre social.

Espero haberles dado suficientes elementos para comprender el sentido del concepto Timocracia, así que cuando identifiquen a un Timócrata en el poder, ya saben lo que les espera como pueblo. 


Conde Abraxas