jueves, 9 de diciembre de 2010

Hotel Princess Riviera... *Negligencia más Corrupción más Omisión y demás linduras es igual a poner en riesgo todo el destino…

Por Benjamín Arias Acosta

Una de las preguntas que viene a la mente es ¿Quién pagará finalmente en el Caso Princess?, seguramente encontrarán un chivo expiatorio para que el hotelero “limpie” su imagen y disminuya los daños ocasionados por la explosión en el snack-bar hace poco más de un mes.

Para hallar al “culpable” es necesario utilizar una alegoría muy sencilla: Si alguien se compra un carro para habilitarlo como en taxi, y le inserta nuevos dispositivos para mejorar el ambiente interior y eso, al mediano plazo, ocasiona un corto circuito y la muerte de los pasajeros. ¿De quién es la culpa?
Del que compró el carro para habilitarlo como taxi, del que instaló los nuevos dispositivos, del mecánico que le da mantenimiento, del chofer que solo está reuniendo la liquidación del día, de los turistas que se quejaron que se sentía un olor extraño en el carro, del vendedor del carro, del gobierno que emplacó el vehículo y otorgó la licencia de tránsito, de la ensambladora, del ingeniero automotriz, de los baches que no fueron tapados a tiempo. ¿De quién es la culpa?
Ya las autoridades, han atajado la coyuntura para dejar en claro que a pesar de la poca o mucha negligencia, poca o mucha corrupción, poca o mucha difusión, poca o mucha discreción, poco o mucho acceso a la información, se está desarrollando un ejercicio sin precedentes en la historia de la hotelería en México.
La lección que nos deja este lamentable incidente es el escarmiento de todos y cada uno de los actores de la industria sin chimeneas para ser mucho mas consientes del daño que ocasiona la corrupción, la omisión, la negligencia, la cerrazón, el inequitativo acceso a la información en hoteles lujosos que en aras de preservar el descanso del huésped cometen irregularidades legales.
El desenlace es harto lógico, pues fincarán responsabilidad al hotel, se le aplicará una buena multa por negligencia y omisión, unos seis millones o más que ingresarán al Ayuntamiento de Solidaridad.
La aseguradora del hotel entrará al quite, claro con un chivo expiatorio que seguramente será el gerente de mantenimiento como responsable directo, y será quien cargará con la pesada losa de haber puesto en riesgo la inversión de esta cadena española de hotelería.
Es decir, con tantos millones de dólares o euros invertidos, con siete muertos y 17 heridos, con la empresa a punto del descrédito, pendiendo de un hilo la planta laboral de miles de trabajadores, es muy sencillo “negociar” con el gerente de mantenimiento del hotel para que cargue con toda la culpa.
Definitivamente, ante irregularidades de este tipo el descrédito es para el hotelero no para la hotelería de la Riviera Maya.
El gobierno pone mano dura y ejerce lo que en la Ley está contemplado, y de esta manera los demás hoteleros pondrán sus barbas a remojar.
Es verdad que es impresionante la inversión que está en juego para la Cadena de Hoteles Princess, pero es mucho más lo que está en juego.
Si partimos de la idea y en buena fe lo mencionamos, que el gobierno es el que pone el orden: el mensaje es que no se permitirá negligencia de parte de los hoteleros y que se sigan pasando por alto las normas.
Pero en mucha más buena fe, es fundamental que los desarrolladores actuales y futuros entiendan que al hacer las cosas de manera ilegal ponen en riesgo a todo el destino y no solamente su inversión particular. Como siempre, todo se resuelve de la manera más pragmática. Dinero y más dinero.
Gracias por leerme.