Fabulas de emprendimiento
De Leonardo Boff, Teólogo y Profesor de Etica en la Universidad Estatal de Río de Janeiro.
"Era una vez un campesino que fue al bosque cercano a atrapar
algún pájaro con el fin de tenerlo cautivo en su casa. Consiguió atrapar un
aguilucho. Lo colocó en el gallinero junto a las gallinas. Creció como una
gallina.
Después de cinco años, ese hombre recibió en su casa la visita de un
naturalista. Al pasar por el jardín, dice el naturalista: “Ese pájaro que está
ahí, no es una gallina. Es un águila.”
“De hecho”, dijo el hombre. “Es un águila. Pero yo la crié como
gallina. Ya no es un águila. Es una gallina como las otras.
“No, respondió el naturalista”. Ella es y será siempre un águila. Pues
tiene el corazón de un águila. Este corazón la hará un día volar a las
alturas”.
“No, insistió el campesino. Ya se volvió gallina y jamás volará como
águila”.
Entonces, decidieron, hacer una prueba. El naturalista tomó al águila,
la elevó muy alto y, desafiándola, dijo: “Ya que de hecho eres un águila, ya
que tú perteneces al cielo y no a la tierra, entonces, abre tus alas y vuela!”
El águila se quedó, fija sobre el brazo extendido del naturalista.
Miraba distraídamente a su alrededor. Vio a las gallinas allá abajo, comiendo
granos. Y saltó junto a ellas.
El campesino comentó. “Yo lo dije, ella se transformo en una simple
gallina”.
“No”, insistió de nuevo el naturalista, “Es un águila”. Y un águila,
siempre será un águila. Vamos a experimentar nuevamente mañana.Al día
siguiente, al naturalista subió con el águila al techo de la casa. Le susurró:
“Águila, ya que tú eres un águila, abre tus alas y vuela!”.
Pero cuando el águila vio allá abajo a las gallinas picoteando el
suelo, saltó y fue a parar junto a ellas.
El campesino sonrió y volvió a la carga: “Ya le había dicho, se volvió
gallina”.
“No”, respondió firmemente el naturalista. “Es águila y poseerá
siempre un corazón de águila. Vamos a experimentar por última vez. Mañana la
haré volar”.
Al día siguiente, el naturalista y el campesino se levantaron muy
temprano. Tomaron el águila, la llevaron hasta lo alto de una montaña. El sol
estaba saliendo y doraba los picos de las montañas.
El naturalista levantó el águila hacia lo alto y le ordenó: “Águila,
ya que tú eres un águila, ya que tu perteneces al cielo y no a la tierra, abre
tus alas y vuela”.
El águila miró alrededor. Temblaba, como si experimentara su nueva
vida, pero no voló. Entonces, el naturalista la agarró firmemente en dirección
al sol, de suerte que sus ojos se pudiesen llenar de luz y conseguir las
dimensiones del vasto horizonte.
Fue cuando ella abrió sus potentes alas. Se erguió soberana sobre sí
misma. Y comenzó a volar a volar hacia lo alto y a volar cada vez más a las
alturas. Voló. Y nunca más volvió.
Moraleja:
"Todos tenemos un Aguila adentro, pero muchos tememos dejar que
ella vuele por lo cual ese aguila en muchas personas muere creyendose gallina...No
permitas que tu águila siga con su potencial escondido, dale ese empujón que
necesita para expandir sus alas en las cimas del éxito."
Si quieres hacer del Mundo tu casa, has de tu Casa el mundo que
quieres.
Disfruta tu Vida descubriendo tu Día.
Conde Abraxas
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